Comunicación

¿Ha comunicado bien el Presidente? Parte 2

Efectivamente, los errores de comunicación del presidente Sánchez en la gestión de la crisis del coronavirus no caben en un solo artículo. De ahí esta nueva entrega que, quizás, requiera de otra en semanas posteriores, y otra… (¡Esperemos que no hagan falta muchas más!)

En cualquier caso, tampoco creo que sea necesario un análisis pormenorizado de gestos concretos y detalles de discurso que ya se critican ampliamente en medios y redes sociales, de tan evidentes que resultan.

Me gustaría poder levantar un poco más la mirada y analizar en conjunto la comunicación que ha puesto en marcha la clase política para explicar la situación de crisis a la sociedad, y más en concreto, la explicación dada por el Gobierno, cómo máximo responsable de la gestión del país.

Para saber si la comunicación puesta en marcha ha sido eficaz, nada mejor que preguntar a los ciudadanos. ¿Alguien recuerda una frase brillante del presidente? ¿Alguien tiene grabada una frase incisiva que le sirva de acicate para soportar la crisis, para afrontar el futuro? ¿Alguien recuerda una frase emotiva? ¿Motivadora? ¿Energizante? ¿Estimulante? ¿Animadora?

La importancia de la comunicación en una situación como la actual, no es un elemento secundario, alternativo o una medida estética para quedar bien con los pobre ciudadanos.

Al contrario, se trata de una obligación de todo Gobierno que se enfrenta a un peligro como el actual. La gestión global de una crisis como la que padecemos debe incluir también la gestión de la información, como un servicio más al que tiene derecho la ciudadanía.

«No sólo debe dirigir discursos más o menos explicativos, debe aportar la confianza suficiente, la energía necesaria, debe promover el sentido de pertenencia, arengar a la sociedad para sacarla del camino del desánimo y guiarla por el de la fortaleza que se necesita para afrontar el futuro con la confianza necesaria.»

Pero, aún hay más: un Gobierno debe liderar la sociedad, debe plantearle con firmeza un camino a seguir, animar a emprenderlo y encabezar la respuesta consiguiendo la unión ciudadana en pro de un objetivo común. Esa labor de apuntalar el amor propio de una sociedad, también corresponde al Gobierno. No sólo debe dirigir discursos más o menos explicativos, debe aportar la confianza suficiente, la energía necesaria, debe promover el sentido de pertenencia, arengar a la sociedad para sacarla del camino del desánimo y guiarla por el de la fortaleza que se necesita para afrontar el futuro con la confianza necesaria.

La dueña de la peluquería que pidió un préstamo y se decidió a hacer realidad su sueño con esfuerzo. El joven que huyó del paró y montó una tienda de comics. La familia que lleva el restaurante con gran esfuerzo desde hace ya muchos años. Aquél que compró un camión y que veía como su economía mejoraba. Los cientos de miles de trabajadores que están incluidos en un ERTE que no saben si mutará en ERE.

«La sociedad entera siente el pánico interior de no saber si habrá luz al final del túnel en el que nos encontramos confinados.»

La sociedad entera está inmersa en una seria incertidumbre que le hace deambular por el confinamiento temiendo que, al salir, su realidad no sea la que dejaron antes de encerrarse en casa. La sociedad entera siente el pánico interior de no saber si habrá luz al final del túnel en el que nos encontramos confinados.

La situación de la ciudadanía no ha podido ser más cruel durante el confinamiento. Encerrados, sin posibilidad de huir, han recibidos un tsunami de negatividad en forma de malas noticias. Un bombardeo constante  sobre muertes diarias, sobre muertes acumuladas, ingresos en UCI, saturación de hospitales, hospitales improvisados en espacios antes lúdicos, morgues en pistas de patinaje… Noticias sobre el caos económico que se avecina, sobre un paro que amenaza a un amplio porcentaje dela sociedad, sobre una caída del ímpetu económico que amenaza, una vez más, con hacernos pasar dificultades, justo ahora que nos estábamos empezando a olvidar de lo ocurrido en la crisis anterior.

No se me malinterprete, no defiendo la censura de esa información negativa que es la verdad de la situación, simplemente reivindico un discurso alentador que permita dotar a esa sociedad asustada del impulso necesario para ser capaces de levantarse y luchar por unos objetivos comunes.

A todos y cada uno de esos ciudadanos se debe tener presente cuando uno se sube a la tarima para dar un discurso. Sólo así se puede elaborar un relato realmente cercano, humano, sensible con el dolor de la sociedad. Sólo así se evita caer en relatos manejados, calculados, fríos y tan pendientes de responder a objetivos puramente políticos, que olvidan que quien espera respuestas no es la oposición, no son los periodistas… es el conjunto de la sociedad. La peluquera, el camionero, el autónomo, el parado, el empleado y todos los que no sabemos que será de nosotros mañana mismo.

Una vez escribí que faltan líderes, que daba la sensación de que la vanguardia que debería liderar el país, hubiera renunciado a ello. Se conformara con una posición acomodaticia y poco arriesgada que permita mantener el estado de cosas actual, en lugar de arriesgar por una mejora cualquiera.

Esa labor de liderazgo le corresponde, como no puede ser de otro modo, al Gobierno y, en particular, al presidente. Pero el liderazgo también se puede ejercer desde la oposición, realizando esa labor de crítica constructiva y de señalización del camino más adecuado.

«Pareciera que el coche que conducen les queda grande, no saben sacarle partido y desconocen gran parte de los servicios que pueden disfrutar.»

En este punto, debo reconocer que en estos momentos contamos con una serie de políticos que, a diferencia de las experiencias más cercanas en el tiempo, cuentan con grandes cualidades comunicativas. Tanto Pedro Sánchez, como Pablo Casado, Inés Arrimadas, Pablo Iglesias o el malogrado Albert Rivera, cuentan con actitudes, gestualidad, puesta en escena, ágil verbo y un largo etcétera de cualidades que facilitan su labor comunicadora. Sin embargo, pareciera que el coche que conducen les queda grande, no saben sacarle partido y desconocen gran parte de los servicios que pueden disfrutar. Imagino que el tiempo les ayudará a descubrir todas las posibilidades y las utilicen de la mejor manera, para beneficio de la sociedad a la que sirven.

No recuerdo el personaje en cuestión, pero un político español en el tardofranquismo comentó que, después de cuarenta años de descanso, deberíamos prepararnos para hacer política. Pues bien, esa falta de liderazgo en la comunicación de que hablamos no es más, en definitiva, que una falta de política real. Esa actividad política que permite articular una sociedad democrática creando presente y, sobre todo, proyectando futuro.

Esa falta de liderazgo que achaco al Gobierno, en gran medida, y a la oposición en el porcentaje que le corresponda, también tiene un tercer protagonista que puede y debe contribuir a liderar la sociedad, esto es, los empresarios, pero esa ya es materia de un nuevo artículo.

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